A pocas horas de realizarse las elecciones para elegir al presidente de la República, es inevitable sentir un “fresco”, un descanso para la mente y el alma.
Durante estos meses las campañas electorales y el inevitable fanatismo que viene con ellas, no solo polarizó el país, sino que logró dividirnos a nivel familiar y personal.
Al ver a diario los continuos ataques entre amigos, colegas, familiares y vecinos, la conclusión obvia es que los colombianos no tenemos aún una verdadera cultura política, que nos lleve a debatir con argumentos y no con ofensas o ataques personales.
Poder entender que no todos piensan igual que uno, y no tienen que hacerlo, es el primer paso para generar espacios de paz, ya que aunque no lo creamos, la violencia empieza por cosas tan pequeñas como esas y el verdadero pensamiento crítico se basa en la compresión de la diferencia.
Es lógico que la política genere pasiones y en medio de la presión mediática de las últimas semanas muchos se dejaron llevar por el fanatismo, pero darle rienda suelta a la locura electoral, en vez de ayudar al candidato, solo genera animadversión entre los demás.
Ya cerca de terminar por fin con este interminable preludio, los invitó a que se alejen de las redes, y hagan ustedes también un justo cierre de campaña. Ya la suerte está echada, pero recuerden que gane quien gane, la mayoría de problemas que tenemos como sociedad van a continuar ya que no existen mesías ni salvadores. Solo cambia el enfoque en el que se aborden las problemáticas y no hay soluciones mágicas o inmediatas para arreglar un país. No todo es blanco ni negro, sino una interminable gama de grises.
Por: Marbet Moreno