Por: Leonardo Camargo
La autoproclamada victoria de Maduro levanta ampolla al sentido común y es que ni Boric, ni Lula (presidentes de Chile y Brasil de origen de izquierda) han mostrado su beneplácito con las arrogantes manifestaciones de Maduro antes de las elecciones venezolanas, ni después de los resultados del oficialista CNE venezolano.
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Aunque no lo crean en Venezuela también hay grupos de izquierda que repudian o se distancian de la dictadura de Maduro: Marea Socialista, Unidad Popular Revolucionaria Antiimperialista y hasta el Partido Comunista de Venezuela (no significa que ahora apoyen a Corina). Y es que ni izquierda es el grupo de Maduro: un partido autoproclamado socialista como el PSUV -Partido Socialista Unido de Venezuela- se ufana de ser de izquierda por marcarse contra la derecha venezolana nada más, pero en su praxis se asemeja más a un capitalismo de estado, donde el estado venezolano está siendo utilizado como una gran empresa de la familia de Maduro, su círculo político y sin duda los militares; eso del “De cada cual según sus capacidades, a cada cual según sus necesidades” muy convenientemente se innaplicó.
Y en lo práctico, habla uno con algún venezolano en Colombia -de esos que vinieron a trabajar honestamente- y su descripción de la situación allá es una radiografía en la que todos coinciden: el chavismo es nepotismo, y la “rosca” de Maduro es una nueva oligarquía. Basta con preguntar lo arduo de desplazarse por tierra en Venezuela, los atropellos de los militares que “vacunan” a los ciudadanos venezolanos despojándolos hasta de sus bienes para poder movilizarse, y el pago que se debe hacer para transitar sin lío, en contraste; ver la familia de Maduro en vehículos de alta gama.
Y es que en Venezuela no hay una dictadura del proletariado como lo planteaba Marx y los que siguen el socialismo: la industria productiva no se potenció, y si lo que se fortaleció fue el extractivismo y la dependencia del petróleo (algo que no puede ni debería pasar en Colombia).
Así el estado Venezolano se convirtió en la estructura empresarial para negociar el petróleo para fines particulares. Remato con una pequeña reflexión llamando a la objetividad: Uno no tiene que ser de derecha para estar en contra del régimen de Maduro, ni de izquierda para no ser un fanático más del Uribismo, ni de oposición para enojarse con la corrupción en la UNGR, ni musulmán para estar en contra de lo que hace Israel con los palestinos. Uno sólo debería ser sensato y humano para tomar postura sobre l situación local e internacional.
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